¿Qué hacemos?

© Fundación Vida Silvestre

Contribución a la naturaleza patagónica

  • © Fernando Miñarro

Para la Fundación Vida Silvestre, la Península Valdés ha sido siempre un área prioritaria de conservación, por la particular riqueza de ambientes que contiene y su valiosa biodiversidad.

“San Pablo de Valdés” es una de las pocas propiedades de la Península Valdés libre de una actividad ganadera productiva donde sus ambientes naturales se encuentran en franca recuperación después de décadas de explotación lanera. El hecho de que la Reserva no posea ninguna otra actividad productiva intensiva o extensiva, le confiere a sus ambientes esteparios y costeros un interesante potencial para la investigación de sus aspectos naturales, sin la interferencia de las tradicionales variables resultantes de las actividades ganaderas.

Además, la Reserva San Pablo de Valdés encierra importantes valores relacionados con los yacimientos arqueológicos y paleontológicos, que se concentran en la zona costera asociados a los campos de dunas y a los acantilados. Posee una muestra valiosa de la vegetación de la estepa patagónica y la correspondiente a las dunas, playas y sus espacios intermareales. Esto también se hace extensivo a la fauna, tanto de la zona esteparia como la fauna del mar adyacente y de sus costas.

El mar circundante de la reserva es área reproductiva de la ballena franca austral (Eubalaena australis), especie que fue declarada Monumento Natural Nacional por la Ley Nº 23.094. Además, cuenta con colonias cercanas del elefante marino (Mirounga leonina) y del lobo marino de dos pelos (Artocephalus australis), como también se hacen presentes especies de delfines, marsopas y toninas.

  • @James Frankham / WWF

La reserva está compuesta por:

7360

Hectáreas

2300

Hectáreas de campos de dunas

14

Kilómetros de campos de dunas

1

Estación de campo

Allí podemos encontrarnos con una variada y rica biodiversidad:

1 apostadero temporario de lobos marinos

Variedad de especies patagónicas
Guanacos, choiques, maras, pichis, peludos, zorrinos, zorros grises, gatos monteses y de los pajonales, aves costeras y marinas.

Más de 60 especies de aves representativas del ambiente estepario

14 comunidades vegetales

Conservación

  • © Michel Gunther

  • © Michel Gunther

  • @ Fernando Miñarro

  • @ Andrés Johnson

  • @ Fernando Miñarro

  • @ Fernando Miñarro

Las áreas protegidas son esenciales para el bienestar de las personas, el desarrollo sostenible y la conservación de la flora y fauna. Es por eso que en San Pablo de Valdés promovemos la investigación, y el monitoreo del área en sus aspectos naturales, culturales y sociales.

Con 7.360 hectáreas, San Pablo de Valdés protege una porción significativa de estepa patagónica, junto con 12 kilómetros de costa. Algunos de los logros obtenidos incluyen un aumento en la población de 300 guanacos en 2005 a más de 3000 en la actualidad, así como un aumento en la diversidad de los pastos que cubren el suelo, aumento de cobertura primaria que retiene y sujeta el suelo.

En Valdés contribuimos con la conservación de un paisaje clave para poblaciones de animales como el guanaco, choiques, maras, aves del pastizal y de especies amenazadas de extinción como el chorlo rojizo (Calidris canutus) y otras amenazadas como cauquenes.

Mediante las cámaras trampa, que nos permiten conocer la presencia de diversas especies de animales, podemos monitorear el área. Esta herramienta está compuesta por cámaras fotográficas que se activan mediante un sensor que capta temperatura y movimiento, lo que permite registrar cuando un animal de sangre caliente pasa delante de las mismas, tomando una fotografía o grabando un video.

Restauración

  • © Fundación Vida Silvestre

Germinación de la semilla

Un año después de la compra del campo en el 2004 se retira el ganado doméstico (como ovejas y caballos) y a partir de la primavera/verano de ese mismo año se comienza a hacer un monitoreo de vegetación y de guanacos. Esto permitió, a partir de la línea de base creada en el año 2004, detectar el crecimiento de especies vegetales propias de este ecosistema, principalmente de gramíneas, de manera sostenida año a año. Así, se pudo reconocer la presencia evidente de semillas en el suelo, pero que la existencia previa de ovejas en el terreno no permitía su crecimiento. Al remover las ovejas se demostró que se mantenía en el suelo el banco de semillas y que ahora las diferentes especies podían empezar a germinar.

Cobertura del suelo

Cuando se mira un campo degradado por la presencia y paso de las ovejas, que no tienen las pezuñas para este tipo de terrenos propios de la Patagonia, nos encontramos con un rompimiento mecánico del suelo. Esto provoca la rotura de la primera cobertura de vegetación superficial (como musgos y líquenes), quienes son los encargados de crear la cobertura vegetal primaria del suelo y que sirven como retención de agua de lluvia, lo que permite generar a futuro suelo fértil. Este proceso de reconstrucción del suelo tardo 5 años: un cambio muy importante para un campo deteriorado, que había perdido la cobertura primaria y sostén del suelo, que comenzaba a regenerarse y a recuperarse.

  • © Fundación Vida Silvestre

  • @ Michel Gunther / WWF

Aumento de fauna

Cuando se hizo el primer relevamiento de guanacos había apenas 300. Actualmente se superan los 3000. Este proceso fue posible por dos variables: por un lado, el ingreso de guanacos de campo vecinos, debido a la disminución de su caza junto con la ausencia de ovejas, lo que empezó a repoblar la Reserva. Por el otro, la llegada de hembras reproductoras: el 60% de la población estaba compuesta por hembras reproductoras, lo que generó una tasa reproductiva muy fuerte que, acompañada por una oferta interesante de alimento, habilitó a que el guanaco pudiera recuperar su amplitud territorial. De esta forma, la tasa reproductiva creció y generó un incremento exponencial de guanacos durante los primeros 10 años de la Reserva.

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